lunes, 23 de febrero de 2009

DIALOGO Y NATURALIDAD CON LOS PREADOLESCENTES


http://www.interrogantes.net/

Es mejor no comenzar una conversación –recomienda Lluís Cassany – si no nos sentimos con capacidad de acabarla con serenidad, pase lo que pase, diga lo que diga. Baja la guardia. No le respondas: "porque sí", ni "porque soy tu padre", ni "mientras estés en esta casa"...

Razona tu orden, aunque él no lo acepte. Hazle reflexionar sobre el porqué de sus ideas. No seas paternalista ni autoritario. No grites y no permitas que él grite. Si gritas, permite que él grite. En las ideas no cabe la imposición. Hay que saber suscitarlas en él sin avasallar.
Debemos aprender a dialogar sin pretender rebatir de forma contundente al interlocutor, sin pretender sentar cátedra, porque puede echarse todo a perder por culpa de ese querer concluir triunfadoramente. Es mejor que no haya vencedor ni vencido, sino que, en un intercambio de impresiones positivo, huyendo desde el principio de planteamientos de debate dialéctico, se llegue de la mano a conclusiones útiles. Se trata de charlar y enriquecerse mutuamente con ideas y modos de ver distintos a los nuestros.

—Oye, que en mi familia no son todo peleas...

Ya me imagino, pero a veces son unas pocas peleas las que deterioran el ambiente familiar, y hay que saber evitarlas. Y esos temas más conflictivos, que separan, habrá que tratarlos alguna vez, pero con prudencia y sin abusar, que ya suelen salir bastante sin necesidad de buscarlos.
Si no se ha comenzado antes, es la hora de dedicar tiempo a cada hijo en particular. Recuerdo una madre muy sensata que se había impuesto a sí misma como norma no dejar pasar ni un día sin haber tenido al menos un momento de conversación personal confiada con cada uno de sus hijos. Naturalidad. Sencillez. Ausencia de afectación. Espontaneidad. Llaneza. La naturalidad llevará a que los hijos estén relajados y distendidos en nuestra presencia. Franqueza y no querer aparentar son claves para la confianza y la cordialidad familiar. Para lograr ese clima, es necesario que los padres:

  • Encuentren tiempo para estar y hablar con los hijos, que son más importantes que los amigos, que el trabajo, que el descanso.
  • Les escuchen con atención. Para ello es buena medida, por ejemplo, que se propongan comer y cenar toda la familia juntos y con la televisión apagada.
  • Se esfuercen por comprenderlos, poniéndose en su lugar.
  • Sepan reconocer la parte de verdad –o la verdad entera– que pueda haber en alguna de sus rebeldías.
  • Aprendan a decirles que no, sin herir, ni producir dramas.
  • Les enseñen a razonar y a tener criterio.
  • No les impongan sistemáticamente una conducta, sino que les muestren los motivos que la aconsejan.
  • Respeten su libertad, pues no hay verdadera educación sin responsabilidad personal, ni responsabilidad sin libertad.

Y para ello, también es importante que los hijos puedan observar esa misma armonía en sus padres, porque vean que:

  • Hay un diálogo fluido entre los cónyuges que evita los enfados y resuelve con buena voluntad las naturales diferencias.
  • No se presenta ese infantil intento de supremacía ante el marido o la mujer, ni se desautorizan el uno al otro.
  • No usan de palabras fuertes o autoritarias entre ellos.

Sin embargo, a veces no quedará más remedio que pasar un mal rato para resolver una situación cuya solución no debe ya aplazarse. Y habrá entonces que agotar la verdad, y entrar a fondo. Será un mal rato para ambos, pero para los dos igualmente necesario.


Otra preocupación que han de tener los padres es la de luchar contra la excesiva monotonía familiar. Tener ideas que hagan que los hijos se diviertan en casa, iniciativas que rompan la rutina y faciliten el descanso:

  • una salida al campo,
  • una visita cultural,
  • un extraordinario en la comida,
  • un juego divertido,
  • una buena película, o lo que sea.

Que haya en la casa:

  • gratificaciones recíprocas;
  • respeto a todos, buenos modales y deseos de agradar;
  • delicadeza en el trato, sin permitir discusiones tontas, peleas, groserías ni palabras inadecuadas;
  • detalles de servicio a los demás;
  • cuidado de la limpieza y la urbanidad;
  • ideas y recursos para animar y estimular a todos.

Es además buena forma de hacer que no busquen fuera lo que deben encontrar en casa.

1 comentario:

eligelavida dijo...

Una entrada interesante y llena de consejos prácticos. Gracias.