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viernes, 19 de noviembre de 2010

Gente Fuera de Serie

Después de ver este video, a ver si a alguien le quedan dudas de que Dios TODO lo hace perfecto!  Cada vida vale!

miércoles, 23 de septiembre de 2009

"JUAN PABLO II PODRÍA SER SANTO ANTES DE FIN DE AÑO"



ENTREVISTA CON JOAQUIN NAVARRO-VALS

Primer laico que dirigió la oficina de prensa de la Santa Sede, confiesa haber recibido una oferta de millón y medio de dólares por publicar sus memorias, con las que querría dar a conocer la figura de un Papa «muy querido, pero no del todo conocido».

Sin duda el representante del Vaticano más famoso durante el Pontificado de Juan Pablo II, a excepción del propio Papa, ha sido este español de 72 años que estudió Medicina y acabó ejerciendo de periodista.

Al fin y al cabo, desde 1984 hasta 2006, Joaquín Navarro-Valls fue portavoz de Juan Pablo II y director de la oficina de prensa de la Santa Sede, convirtiéndose en el primer laico y el primer no italiano en ocupar ese puesto.

Durante 15 meses, y hasta su dimisión en julio de 2006, también trabajó a las órdenes de Benedicto XVI. Actualmente es, entre otras cosas, presidente del Consejo asesor de la Universidad Campus Biomédico de Roma, pero mantiene una estrecha relación con Ratzinger.

Le vio hace poco cuando, como colaborador de una productora cinematográfica italiana, acudió al Vaticano a mostrarle al Papa una nueva película sobre San Agustín.

Hablamos con él durante una pausa del Foro Ambrosetti, la cita que todos los años reúne en la localidad de Cernobbio, a orillas del Lago Como, a políticos, economistas e intelectuales para analizar los grandes retos del mundo.

-Durante los 22 años que fue portavoz de Juan Pablo II, ¿escribió un diario?
-Un diario propiamente dicho no, pero tomé notas. En mi ordenador debo de tener unas 600 páginas de apuntes.

-¿Y no se plantea publicarlas?
Hace un año y medio un agente estadounidense me ofreció un millón y medio de dólares por escribir ese libro, precisando que esa cantidad no era siquiera un adelanto sobre los derechos de autor, que llegarían después, y que su intención era publicarlo en todo el mundo. El problema en parte es que he aceptado en estos años una serie de compromisos profesionales y académicos que me absorben casi completamente. Tendría que dejar todo eso y pasarme un año y medio encerrado en mi habitación para escribir ese libro. No sólo sería muy interesante sino que, para mí es un imperativo moral hacerlo, porque Juan Pablo II era muy querido pero no del todo conocido.

+¿Qué cree que se desconoce de Juan Pablo II? Se ha escrito hasta la saciedad de él…
Sí, pero creo que no se conoce suficientemente a la persona, su carácter. Por ejemplo, tenía un grandísimo sentido del humor. Incluso cuando había que tratar problemas dramáticos sabía no perder su visión positiva. Estaba siempre de un humor estupendo. Cada vez que iniciaba una conversación conmigo en castellano yo sabía que me iba a gastar una broma.

-Usted ha estado casi dos años con Benedicto XVI, hasta 2006. El suyo está siendo un Pontificado salpicado por numerosas polémicas.
Benedicto XVI es el Papa de toda la historia de la Iglesia con la más brillante y numerosa bibliografía personal. Su riqueza conceptual es fascinante. Y pienso que la gente —también fuera del ámbito católico y cristiano— es consciente de ello.

-Se dice que es frío…
Yo diría lo contrario. Su forma de conmoverse —más frecuente de lo que se piensa— no es reaccionar pasionalmente frente a las cosas, sino dejarse conquistar por la sorpresa de la verdad, por el carácter inusual e imprevisible del misterio humano.
-¿Cuáles son los elementos más originales de su Pontificado?
Su confianza en la racionalidad de las personas, en su capacidad de buscar y, sobre todo, encontrar la verdad. Se trata de un estilo personal, abierto, que manifiesta la seguridad en el hecho de que la verdad es siempre «humana» en el sentido de que conocer es una tarea específica de cada ser humano. Por eso he hablado de su «pastoral de la inteligencia».

-¿Qué grandes obstáculos está encontrando Ratzinger como Papa?
Me parece que lo anunció él mismo pocos días antes de ser elegido Pontífice: la dictadura del relativismo. La tendencia en algunos lugares a relativizar todo sin darse cuenta que desde esa posición no se puede estar siquiera seguro de que todo es relativo.

-Si tuviera que señalar sólo uno, ¿cuál ha sido el mayor logro de Juan Pablo II?
Lo digo con palabras suyas: «El punto central y nuestra responsabilidad es mantener el carácter trascendental de la persona humana, que se puede convertir fácilmente en objeto». Y ese logro le fue reconocido en las Naciones Unidas, en los suburbios de Calcuta, en un leprosario en Guinea Bissau o en cualquier lugar a donde fue.

-¿Cuál es el mayor desafío al que se enfrenta la Iglesia hoy?
Casi podría repetir la frase anterior de Juan Pablo II. Porque ese desafío no es de un día sino una tendencia que se repite siempre.

-¿Qué les diría a los que, a la luz de su oposición al preservativo, la eutanasia o los matrimonios homosexuales, consideran que la Iglesia es una institución obsoleta?
Pienso que la Iglesia tiene cada vez más que ejercitar su papel ético espiritual en la más completa ausencia de cualquier otra «institución», por así decir, capaz de difundir valores. Diría que la Iglesia está proponiendo, con optimismo y tenacidad, que el ser humano no es algo sino alguien; no es una cosa sino una persona. Está enseñando a humanizar la sexualidad, a dar sentido al dolor y a la alegría. Está dando horizontes humanos al ser humano. Recordaría aquí aquella frase de Pascal que podría resumir mi respuesta: «El hombre supera infinitamente al hombre».

-¿Hay algún error, en los 22 años que ha estado como responsable de comunicación del Vaticano, del que aún se arrepienta, algo a lo que todavía hoy día le siga dando vueltas?
No me corresponde a mí valorar mi propio trabajo. Sería vano e inútil. Pero normalmente no vuelvo a aquellos años para analizar hipótesis sino para profundizar en el significado de los hechos vividos. Muchas veces, entonces, tuve la sensación de vivir la Historia mientras se estaba haciendo. Fueron unos años bellísimos, extraordinarios…

-«Santo subito», gritaba la gente tras la muerte de Juan Pablo II. ¿Cuánto cree que falta para que sea elevado a los altares?
Desde el punto de vista estrictamente técnico, podría estar todo listo antes de que acabe el año. Los dos pasos que quedan, técnicamente hablando, son el decreto de virtudes y la declaración del milagro, del que se le atribuyen varios, uno especialmente claro. Técnicamente, por tanto, podría estar todo listo antes de final de año. A partir de ahí, todo depende del Santo Padre.

viernes, 19 de septiembre de 2008

EDUARDO VERÁSTEGUI: "Todos estamos llamados a ser santos"



Empezó a trabajar a los 17 años cantando en un grupo que se llamaba “Kairo”. Viajes, discos, videos, telenovelas en México… La fama fue subiendo y cumpliéndose sus “sueños”. Ya sin el grupo siguió cantando como solista. En uno de sus viajes México-E.U. le conoció un director de casting de la “Century Fox” y lo contrató para grabar películas en Hollywood.
Con 28 años y jornadas de estudio de ocho horas al día, a los siete meses aprendió inglés. La maestra, para su sorpresa, resultó ser una católica convencida que sembró en él la inquietud por buscar la verdadera felicidad. “Después de doce años de carrera, de lograr todos esos sueños que pensé me iban a dar la felicidad, de haber llegado de un pueblo chiquito a Hollywood, de hacer una película en inglés, de tener doce managers, publicistas, agentes, abogados, todo tipo de personas trabajando para mí para lanzar el próximo “latin lover, Don Juan, casanova”; y de pronto ¡confundido porque no era feliz! ¡Y claro: mexicano, católico practicante; según yo practicaba porque iba a misa una vez al año y traía un Rosario colgado!” Así narró hace poco el comienzo de su conversión a un grupo de jóvenes que le escuchamos pasmados.
"Si amas tanto a Dios como dices –le dijo la maestra–, traes el Rosario, tienes una Virgen en tu casa, vas a misa una vez al año y crees que lo estás sirviendo, ¿por qué le insultas tanto?; ¿por qué rompes este mandamiento…? Desde ahí empezaron las lágrimas. Tres meses de llorar y llorar. Por la gracia de Dios me di cuenta de que estaba viviendo en una incoherencia total, contradicciones todo el tiempo. Así es que dejé todo: mis manager, mi carrera; fui a hablar con un sacerdote…”
Fue tan fuerte la acción de la gracia de Dios que estuvo a punto de meterse en un seminario. Pero el consejo del sacerdote le impulsó a otra misión: fundar una productora de cine. “Allí donde está la oscuridad, ahí es donde debes estar porque si Dios cerró los ojos ahí necesitamos ser una luz en la oscuridad”, le subrayó el padre.
Para colmo le dio un libro que le cambio la vida (“Roma, dulce hogar”): “Cuando cerré ese libro, hace tres años, empecé a asistir a misa todos los días. Ese libro me ayudó mucho a discernir: o es realmente Dios o no lo es. Y si sí es (que me quedó bien claro por la gracia de Dios que estaba actuando en ese momento) quiero estar ahí en ese momento todos los días del resto de mi vida.
Me fui a un retiro como cinco días y ahí fue donde salió la idea de armar “Metanoia films”, porque la palabra metanoia, conversión en griego, era lo que estaba pasando. Dejar todo lo que en un momento pensé que iba a ser la felicidad para seguir a Dios y entregar mi vida completa a Dios, que yo creí que iba a ser en el seminario, como monje de clausura o algo así y Dios me la puso de manera diferente”.
Pero no paró todo ahí. Con la productora lista, contratos jugosos rechazados, dispuesto a promocionar los valores, se empezaron a sentir las pruebas por la falta de dinero: Sabía que Dios lleva a los hombres a las aguas profundas no para ahogarlos sino para limpiarlos pero ¡ya nos andábamos ahogando!
En noviembre de 2004, invitado por el amigo sacerdote, fue a Roma, saludo a Juan Pablo II y le presentó “Metanoia films”. Una semana después conoció a Sean, un católico que le compró parte de la compañía y le dio el dinero para hacer la película: “¡Justamente una semana después de haber conocido al Santo Padre! Para nosotros fue un milagro clarísimo”.
Como la temática lo exigía, antes de iniciar el rodaje decidió ir a una clínica de abortos para platicar con alguna chica. “Cuando llegué empecé a ver a estas chavas entrando; niñas de 15 a 23 años, en su mayoría latinas… ¡No pude ni hablar! Obviamente ni decirles “Fíjate que estoy haciendo una película, me gustaría saber el dolor que traes para…” ¡No pude! Se me cerraron los labios y lo único que hice fue observar la gente que estaba fuera tratando de convencerlas con sus panfletos, con todo lo que les estaban platicando”
Al final terminó hablando con una joven que le había reconocido. Se la llevó a otro sitio, y a platicar y platicar. Le enseñó un video pro vida, le regaló cosas, le habló de la belleza de ser portadora de una vida… Al final la joven se subió al auto de su marido y no aborto.
Tras filmar la película, el esposo de la chica le habla y le pregunta si pueden llamar al niño: “Eduardo”. Verástegui fue al hospital, llevó sacerdote y bautizaron al niño. “Una de las excusas que tenían para abortar era que la niña anterior había salido con los ojitos un poco malos; el segundo hijo les salió con una burbuja en la cabeza y pensaron que el tercero también les iba a salir así y nada, gracias a Dios el tercero fue el que salió físicamente sano. Me quedó muy claro que fue la gracia de Dios y que a uno lo utiliza simplemente como un instrumento, pero ha sido la cosa más bella que he hecho en toda mi vida…”
La idea de la película “Metanoia films” es salvar muchas vidas. Que cualquier chica embarazada que quiera abortar y vea la cinta, quede tocada en su corazón y cambie su decisión.
La historia de Eduardo Verástegui es una de esas conversiones que reclaman examen de conciencia y exigen revisión de la propia vida. “¿Si el pudo, por qué yo no?”, se preguntarán muchos. La respuesta estará no en el fácil responder: “¡claro, es que el es famoso y yo no!”, sino en la actitud de correspondencia a la gracia que da Dios, al amor de Dios que es el mismo para todos. Cada uno actúa desde el puesto que le toca. Ninguno es innecesario porque en todo cuerpo tanto vale el corazón como el cerebro, la vista como el tacto. Todo depende del fruto que sepamos dar según el propio papel.

Les pongo acá el link del trailer de la película BELLA, para que les de ganas de verla:

www.bellathemovie.com

martes, 16 de septiembre de 2008

DE ESCRITOR DE "TRHILLERS EROTICOS" A CRISTIANO


Encontré esta increible historia en una página que se llama trovador.com, es la conversión de Joe Eszterhas, escritor de Hollywood que publicó un libro en el que narra su experiencia.

La mayoría de las personas no experimentamos situaciones tan críticas, que nos lleven de golpe a darle un giro a nuestra vida, regularmente, Dios nos va poniendo pequeñas pruebas, pequeñas señales para que vayamos Metiéndole en nuestro día... y a algunos, tal vez porque son famosos, y tienen más acceso a los medios, como a este señor, les da la oportunidad de algo extraordinario, para que muchos nos enteremos y reflexionemos....


Eszterhas se hizo millonario por escribir los guiones de películas taquilleras como Basic Instinct, Showgirls y Jagged Edge, todas conocidas por su explícito contenido sexual. Además fue editor de la revista Rolling Stone. El escritor, nacido en 1944, creció en campos de refugiados en Hungría después de la Segunda Guerra Mundial hasta que llegó con su familia a Cleveland, Estados Unidos. Trabajó como reportero de noticias policiales, cubriendo incontables tiroteos y peleas urbanas. En ese tiempo, sostiene que su vida era muy oscura, llena de muerte, asesinatos, crímenes y caos, lo que marcó su posterior carrera de guionista.

En el verano del año 2001, Eszterhas fue diagnosticado con cáncer de garganta. Debió someterse a una delicada cirugía y recibió la orden médica de dejar el alcohol y el tabaco. Eszterhas tenía 56 años, siempre tuvo un estilo de vida alocado y sabía que cambiar sus hábitos no sería fácil. Un día, que Eszterhas describe como "infernalmente caluroso", estaba caminando por la calle cuando se dio cuenta que su vida había tocado fondo. "Me estaba volviendo loco. Estaba muy nervioso. Temblaba. No tenía paciencia para nada. Cada terminación nerviosa demandaba un trago y un cigarrillo", recuerda. Se sentó en el piso, comenzó a llorar y de repente comenzó a rezar. "Por favor, Dios, ayúdame", dijo. En ese momento, se dio cuenta de que no rezaba desde niño. "No podía creer lo que había dicho. No supe por qué lo había dicho. Nunca antes lo había dicho", recuerda. Inmediatamente, Eszterhas se sintió sobrecogido por un sentimiento de paz y se acabaron sus temblores. En ese momento, tal como le ocurrió a Saulo camino a Damasco, vio "una luz brillante, deslumbrante, casi cegadora que me hizo cubrir mis ojos con las manos".

Para Eszterhas, esta experiencia fue determinante. Pasó de dudar sobre poder vivir sin tabaco ni alcohol, a saber que podía vencerse a sí mismo y triunfar. En ese momento comenzó su camino de regreso a la Iglesia pero el escándalo sexual que afectó duramente a los católicos en Estados Unidos se convirtió en un escollo para terminar su retorno. Por eso optó por asistir a servicios no denominacionales, pero finalmente se convenció de que no podía dejar de ser católico.

"La Eucaristía y la presencia del cuerpo y sangre de Cristo está en mi mente y es una experiencia sobrecogedora. La Comunión es poderosa y es casi un sentimiento celestial", afirma. Aún ahora recibe ofertas para escribir guiones sobre temas siniestros. Sin embargo, asegura que ha "gastado mucha vida explorando el lado oscuro de la humanidad y no quiero regresar a eso nunca más". "Mi vida cambió desde que Dios entró a mi corazón. No me interesa la oscuridad. Tengo cuatro hijos hermosos, una esposa a la que adoro, adoro estar vivo y gozo de cada momento de mi vida. Mi visión se ha iluminado y no quiero regresar a ese lugar oscuro".
En el último año, los médicos le dieron de alta y asegura que ha vencido al cáncer gracias a lo que él considera un milagro. Éste es el motivo por el cual escribió su nuevo libro titulado "Crossbearer: A memoir of faith" (Portador de Cruz: Un recuerdo de fe), para dar gracias a Dios y contarle al mundo lo que Él hizo en su vida.

lunes, 21 de julio de 2008

LA HISTORIA DEL CABALLERO ANTEK

¡¡Esta historia me hizo poner la piel de gallina!! Ojalá Dios nos conceda la serenidad de aceptar así las cosas difíciles, y la gracia de morir bien preparados...

www.almudi.org

“Mamá, ¿me voy a morir?”, preguntaba Antek. La enfermedad y el dolor de un niño pequeño es un interrogante de difícil respuesta. Antek, de cinco años, le encontró un sentido. Esta es su historia.

Nadie quiere que estas cosas ocurran, pero ocurren. Durante las vacaciones de verano, al “Caballero Antek” le dolió el estomago y se le quitaron las ganas de jugar con sus hermanas Marysia y Rosa. Se quedaba en la cama y lloraba.

Sus padres le llevaron a Urgencias, donde con una inyección le calmaron los dolores. “No le gustó nada -explica Dorota, su madre-, pero le alivió el dolor del estómago. Pensamos que sería algo puntual, pero cada vez volvíamos con más frecuencia al Hospital”.

Cuando terminaron las vacaciones, Antek comenzó a ir al colegio. Pronto se ganó a todos los profesores y compañeros, con su alegría y educación. Siempre jugaba a ser un caballero andante, y se comportaba como tal.

En su familia y en el colegio Sternik, una obra corporativa del Opus Dei en Varsovia (Polonia), rezaban por la salud de Antek. Algo no iba bien. El niño, en cambio, rezaba por otras muchas cosas, más o menos serias: por la paz en el mundo, por sus hermanas, por su equipo de fútbol...
Finalmente, los médicos se decidieron a operarle de apendicitis. Parecía la solución, pero sólo fue el inicio de ataques más fuertes de dolor de estómago.

- ¿Por qué tengo que estar en el hospital? –preguntaba Antek- ¿Por qué estoy enfermo?

Su madre, que no tenía muchas razones que darle, intentó explicarlo así:
- Hijo mío, si Jesús te mirase y te preguntara: “Antek, ¿me ayudas con la Cruz?”. Tú, ¿que le dirías?

- Pues.... bueno, que sí.

- Pues te lo está preguntando ahora.

Un sacerdote amigo de los padres de Antek fue a visitar al niño. Habló con él y le regaló un crucifijo pequeño, de madera. Desde entonces, Antek lo llevó siempre en la mano cuando le iban hacer una prueba o cuando le llevaban a la sala de operaciones.

Las enfermeras veían que el niño se acercaba la mano a la boca y le oían susurrar: “Jesús, confío en ti”.

El día que les iban a confirmar la diagnosis definitiva, Dorota cuenta que se dirigió al despacho del médico lentamente, al paso de una mujer en el noveno mes del embarazo. “Es un cáncer –les dijo el doctor a los padres-. Mañana empezamos con quimioterapia”.

El Caballero Antek se enfrentó con valentía y muy pocas fuerzas a este temido dragón. Sin pelo, con vómitos y débil, preguntó:

- Mamá, pero ¿qué me pasa?

La madre le dijo la verdad:

- Tienes una enfermedad que se llama cáncer. Los médicos van a intentar curarte, pero tienes que saber que a veces no lo consiguen.

- O sea, que me puedo morir.

- Bueno... como todos, como papá, como yo... Pero solo Dios sabe en qué orden.

El niño no añadió nada. Sólo se giró, tomó de la mesa su crucifijo y susurró otra vez: “Jesús, confío en ti”.

La madre puso en marcha una cadena de oración: en la familia, entre los amigos. Cada día, recibía diferentes SMS en su móvil: “Hoy he ido a misa por Antek”, “Haré unos minutos de oración por tu hijo”...

Dorota pedía oraciones a cualquiera. Un día, al bajarse de un taxi, dijo al conductor:

- “Mi hijo se está muriendo. ¿Podría usted rezar por él?“

Rezó e hizo rezar. Quería presentar a Dios “toneladas de oración”.

Antek luchó mucho contra el cáncer. Algunos días estaba fuerte y corría por todo el hospital como un rayo, revolucionándolo todo. Otros, sólo tenía fuerzas para ver la tele.

Y maduraba rápido. Cada vez con más frecuencia, preguntaba a su madre sobre la muerte, el Cielo, el porqué del sufrimiento.

- Mamá, ¿qué se hace en el cielo?

- Juegas, corres con la bici, te diviertes con Dios...

La madre asegura ahora que las “toneladas de oración” dieron a Antek un descanso antes del final.

Durante unos días, se encontró perfectamente, corría de aquí para allá, paseaba, había recuperado la felicidad...

Pero los médicos sabían que el cáncer seguía creciendo, cada vez más rápido, y aconsejaron a los padres que lo llevaran a casa, donde se encontraría más tranquilo durante sus últimos días.

Allí, recayó de nuevo.

Antek disfrutó del ambiente familiar. Desde su cama veía a su madre preparar la cena, a sus hermanas hacer los deberes, a su padre leyéndole un cuento.

Un día llamó a su hermana Róża, con quien a veces peleaba:

- Róża –le dijo-, eres tan bonita y tan buena. Yo te quiero, acuérdate.

En otra ocasión, su padre le dijo llorando:

– Hijo mío, si pudiera, moriría por ti.

El chico sonrió con dificultad y le respondió:

- Pero soy yo quien va a morir por ti.

Antek tenía 6 años y 9 meses.

Murió poco después a las siete de la mañana. En su tumba, un amigo dejó escrito: “Gracias Antek: nos enseñaste a aceptar el dolor que llega sin saber por qué. A sostenernos con la fe. A aceptar la voluntad de Dios y confiar en Él”.

jueves, 26 de junio de 2008

SAN JOSEMARIA


Tengo que reconocer que buena parte de lo que intento ser hoy es gracias al Opus Dei. Le doy especiales gracias a Dios por eso.


Guardo con especial cariño los recuerdos de tantos días vividos en el "Club". Allí conocí a varias personas que han dejado huella en mi vida, que me han enseñado y acompañado en mis intentos por tratar de ser mejor.... a algunas hace mucho que no las veo, otras, junto con tanta gente que he ido conociendo después, están más cerca que nunca, ayudandome con su amistad y oraciones en esta aventura que me ha hecho "quemar los barcos".


La vida de San Josemaría aqui.

miércoles, 25 de junio de 2008

CONVERSION DE UN MEDICO ABORTISTA

www.almudi.org

En un testimonio a la emisora de radio 'Rainha da Paz', un médico brasileño que efectuó durante años el aborto relató su dolorosa e intensa experiencia de conversión, iniciada después de la muerte de su hija.

El médico comentó que es el único hijo hombre de una familia humilde del interior de Minas, y que "con sacrificio y unión" fue el único que tuvo la oportunidad de estudiar, "pues mis hermanas no terminaron la enseñanza secundaria".

"Mi madre era una simple costurera que trabajaba hasta las madrugadas para ayudar a mi padre. Mi padre era un guardia nocturno. Por eso se pueden imaginar el sacrificio que hicieron para tener un hijo médico. Luego escogí la ginecología y la obstetricia", afirmó.

"Entre las mayores dificultades enfrentadas como médico recién formado, choqué con la realidad de lo que es mi profesión. En un largo tiempo los médicos se vuelven ricos, y yo quería más, quería enriquecerme y tener más dinero".

"Fue así como violé el juramento que hice cuando me formaba para dar la vida, para salvar la vida. Ayudé a muchos niños a venir al mundo, pero también a muchos de ellos no les permití nacer y me enriquecí escondido tras la máscara de la vitalidad", agregó el médico.


Sobre su vida abortista, el experto explicó que "puse un consultorio que en poco tiempo se convirtió en el más visitado de la región. Y saben ¿qué es lo que hacía?: abortos".

"Y como todos los que cometen el crimen, me decía a mi mismo que todas las mujeres tienen el derecho de escoger y que era mejor que sean ayudadas por un médico para no correr los riesgos de ir a una clínica clandestina donde los índices de muertes son alarmantes".

"Y fue así, en un ciego e inhumano oficio de medicina, que construí una familia con muchos bienes, muy rica y que nada le faltaba. Mis padres murieron con la ilusión de que su hijo era un doctor bien logrado, exitoso".

"Crié a mis hijas con el dinero manchado con la sangre de inocentes y fui el más despreciable de los humanos. Mis manos, que debieron ser bendecidas para la vida, trabajaron para la muerte", agregó.


Entrando al tema de su conversión, el médico explicó emocionado que "sólo paré cuando Dios en su sabiduría infinita, rasgó mi conciencia e hizo sangrar a mi corazón con la misma sangre de todos los inocentes que no dejé nacer".

"Mi hija menor, Leticia, dejó de respirar por una infección generalizada después de haberse sometido a un aborto. Ella, de 23 años de edad, salió embarazada y buscó el mismo camino de tantas otras que me fueron a buscar: el camino del aborto. Y sólo supe de esto cuando ya nada se podía hacer".

"Al lado del lecho de muerte de mi hija, vi las lágrimas de todos esos angelitos que yo maté. Mientras ella esperaba la muerte, yo agonizaba junto a ella".

"Fueron seis días de sufrimiento para que en el séptimo día ella partiese hacia el encuentro con su hijo, al cual un médico asesino le impidió nacer", comentó.

"Cansado por las noches que pasé al lado de mi hija, yo soñé que andaba por un lugar absolutamente oscuro y muy húmedo, en el que quería respirar pero no podía, yo quería salir desesperadamente pero fui envuelto por un lugar en donde el estruendo me dejaba atónito".

"Eran los llantos dolidos de los niños que en mi pensamiento, como si un rayo me cortase por la mitad, veía en mi entendimiento: los llantos eran de dolor, eran los lamentos de los angelitos que yo no dejé nacer. Era la triste consecuencia de mis actos sin pensar, esos llantos que gritaban ¡asesino!, ¡asesino!", afirmó el médico.

"Asustado para salir de aquel lugar, pasé mi mano por mi rostro para secar mi sudor y mis manos se mancharon de sangre! Aterrorizado grité con toda la fuerza que me quedaba un pedido de perdón: ¡Dios me perdone! Sólo así logré respirar nuevamente y me acordé de que era tiempo de acoger y valorar el último respiro de mi hija, que murió por las consecuencias de la infección que le produzco el aborto. Yo sé eso a través de mi sueño", agregó.
El experto comentó que "Dios me hizo entender que a partir del momento de la fecundación del óvulo existe vida, por lo que entendí que soy un asesino".

"No sé si algún día Dios me va a perdonar, pero para restar mi culpa y mi dolor, vendí mi consultorio y todos los bienes que conseguí con la práctica del aborto y con ese dinero, construí una casa de amparo para madres solteras y me dedico hoy a atender y practicar ¡una medicina de verdad!".

"Hoy soy médico de los pobres, de los desamparados y desvalidos, y los niños que vienen al mundo a través de mis manos son hijos que adopto pues sé que tengo una sola misión: traer la vida al mundo y dar condiciones para que los niños tengan un lugar feliz donde el padre es Jesús".

"Recen por mí, recen para que Dios tenga piedad de mí y me perdone, porque tengo la seguridad de que participaré del juicio final", concluyó.

lunes, 16 de junio de 2008

HOMENAJE A PADRES EJEMPLARES IV

Antero Mateo García
www.diosesisdeleon.org




Antero Mateo García, casado, padre de ocho hijos, modesto ferroviario, era un auténtico representante del mundo obrero.

Nació el 4 de marzo de 1875 en Valdevimbre, León. Siendo joven, hubiera querido estudiar y ser sacerdote, pero la situación económica de sus padres (era el mayor de nueve hermanos) se lo impidió. Al trasladarse a Barcelona para trabajar, entró en relación con la Orden de los Predicadores (dominicos), pues participaba en las actividades de su iglesia. Junto a su mujer, se convirtió en miembro de la Fraternidad de la Tercera Orden.

Tenía un gran amor por la Eucaristía y el Rosario, que rezaba junto a su familia.Cuando la persecución religiosa estalló en Barcelona, fue amenazado en su lugar de trabajo. El 8 de agosto de 1936 fue detenido. Le llevaron a Sant Andreu de Palomar, cerca de Barcelona, para ser torturado y fusilado.

La investigación realizada con motivo de su causa de beatificación aclara que fue asesinado «por odio a la fe». Entre sus compañeros mártires, se encuentra otro laico de la Tercera Orden de Santo Domingo, Miquel Peiro Victori, casado (1887-1936) y religiosas dominicas.

sábado, 14 de junio de 2008

HOMENAJE A PADRES EJEMPLARES II


Beato Nikolaus Gross



Nikolaus Gross, incansable periodista cristiano que batalló contra el nacional-socialismo de la Alemania nazi, fue elevado a los altares el 7 de octubre del año 2001 por el Papa Juan Pablo II, en una solemne ceremonia en la plaza de San Pedro.Gross, nacido en Niederwenigern, cerca de Essen en 1898, tuvo una vida que combinó el trabajo duro de las minas y el trabajo intelectual del periodismo, herramienta ésta última que utilizaría para convertirse en un opositor no violento del régimen de Adolf Hitler.

Así, cuando contaba con 19 años y ya dentro del trabajo minero, ingresó al sindicato cristiano. Un año después entró al partido cristiano del Zentrum, convirtiéndose a los 22 en secretario de los jóvenes mineros.

Por ese tiempo Gross siente inquietud por el periodismo, lo que lo impulsa a colaborar en el diario del Movimiento Católico de los Trabajadores (KAB), el Westdeutschen Arbeiterzeitung. Rápidamente comienza a destacar por su talento, hasta convertirse dos años después en el director del diario.

Afincado en Colonia, Gross percibe el peligro que para Alemania significaba que el nazismo tomara el poder; por ello no duda, respaldado en su fe, en informar a sus lectores sobre las verdaderas consecuencias que un régimen de este tipo traería sobre el país. En una de las tantas ocasiones afirmaría, "nosotros trabajadores católicos rechazamos con fuerza y con claridad el Nacionalsocialismo, no sólo por motivos políticos o económicos, sino decididamente también por nuestra postura religiosa y cultural".


Al tomar Hitler el poder en Alemania, la comunidad cristiana empieza a ser perseguida. Sin embargo, esto no fue impedimento para que Gross continuara su labor, complementada con el apoyo mutuo que se prestó con las más influyentes e importantes inteligencias católicas contrarias al nazismo. Entre ellas destacó el sacerdote jesuita Alfred Delp y el laico Emil Letterhaus. Ambos también serían ejecutados.

Poco a poco el diario se fue convirtiendo en un obstáculo para el gobierno, siendo declarado enemigo del Estado y clausurado en 1938. Nikolaus Gross no se dejó amilanar y continuó con su tarea de anunciar a Cristo sacando ediciones clandestinas.

Esta constante oposición al nacional-socialismo, hizo que fuera encarcelado y ejecutado en la horca el 23 de enero de 1945. Su esposa Elisabeth, que pudo visitarle al menos dos veces, dio testimonio de que había sido torturado antes de morir. Sus asesinos no permitieron que recibiera un entierro cristiano, su cuerpo fue quemado y sus cenizas esparcidas por el campo.

Este hombre, que se inició como obrero, sindicalista y posteriormente periodista, tuvo muy en claro el compromiso que como católico debía asumir en la defensa de la verdad, la justicia, la paz y la solidaridad; incluso, entregando su propia vida.

Además, fue testimonio de padre y esposo, muestra de ello es la carta que desde la cárcel de Berlín-Plötzensee, enviara a su esposa e hijos dos días antes de su ejecución. En ella mostró una completa serenidad ante la muerte y una fe inquebrantable en Cristo.

viernes, 13 de junio de 2008

HOMENAJE A PADRES EJEMPLARES


Ladislao Batthyány-Strattmann



Nació el 28 de octubre de 1870 en Dunakiliti (Hungría), sexto hijo de una familia de la antigua nobleza húngara. En 1876 la familia se trasladó a Kittsee Köpcseny, actualmente en Austria, a causa del permanente peligro de desbordamientos del Danubio.

Cuando tenía doce años perdió a su madre, que murió a la edad de treinta y nueve años. Ese hecho dejó una profunda huella en su espíritu. A menudo decía: "Seré médico y curaré gratuitamente a los enfermos pobres".

Después de los estudios de secundaria, tardó varios años antes de elegir profesión. Su padre quería que se dedicara a administrar el patrimonio familiar; por eso, se inscribió en la facultad de Agraria, en la universidad de Viena. Estudió también química, física, filosofía, literatura y música.

En 1896 comenzó los estudios de medicina en la universidad de Viena y en 1900 obtuvo el doctorado.

Se casó el 10 de noviembre de 1898 con la condesa María Teresa Coreth, una mujer de profunda religiosidad. El matrimonio fue muy feliz. Dios los bendijo con trece hijos.

En 1902 Ladislao fundó un hospital privado en Kittsee, con veinticinco camas, donde trabajó como médico. Al inicio era médico general; luego se especializó como cirujano y, más tarde, sobre todo como oculista. Durante la primera guerra mundial, el hospital fue ampliado a 120 camas para la curación de los soldados heridos.

Después de la muerte de su tío Odón Batthyány-Strattmann, en 1915, Ladislao heredó el castillo de Körmend (Hungría), y también el título de "príncipe", así como el apellido Strattman. En 1920 la familia se trasladó de Kittsee a Körmend y en una parte del castillo montó un hospital, sobre todo para su actividad de oculista. En este campo, Ladislao llegó a ser un gran especialista, famoso tanto en su patria como en el extranjero.

Muchos pobres de Körmend, pero también de otras regiones, le pedían su ayuda y su consejo. Él los curaba gratuitamente. Como "precio" por la terapia y los cuidados, les pedía que rezaran un padrenuestro por él. También su farmacia les proporcionaba gratuitamente las medicinas. A menudo, incluso, les daba dinero para sus necesidades.

Ladislao no sólo se preocupaba de la salud física, sino sobre todo del bien espiritual de sus pacientes. Antes de las operaciones invocaba, juntamente con los enfermos, la bendición de Dios. Estaba convencido de que como médico sólo dirigía la operación, pues la curación era un don del Señor. Se sentía instrumento en las manos de Dios. Cuando los enfermos salían del hospital, les daba imagencitas y un librito titulado "Abre los ojos y ve", para ayudarles en su vida religiosa.

Muchos de sus pacientes, y de sus familiares, lo consideraban ya un santo. Ladislao y su mujer se esforzaron siempre por educar cristianamente a sus hijos. Todos los días la familia participaba en la Santa Misa, después de la cual Ladislao les impartía una breve instrucción cristiana, y les daba una tarea concreta que debían realizar como una obra buena. Por la tarde, se rezaba el rosario en familia y luego conversaban sobre las actividades del día y la tarea asignada.

Su fe se mostró firme cuando se vio afectado por una enfermedad grave. A su hija Lilli le escribió desde el hospital Löw, en Viena: "No sé por cuánto tiempo Dios me dará este sufrimiento. Antes me daba una gran alegría en la vida; por eso, ahora, a los sesenta años, debo aceptar también los tiempos difíciles con gratitud". A su hermana le decía: "Soy feliz. Sufro muchísimo, pero amo mis dolores y me consuela el hecho de que los soporto por Cristo".

Murió el 22 de enero de 1931, en Viena, después de catorce meses de graves sufrimientos, con fama de santidad.

domingo, 18 de mayo de 2008

HOMENAJE A MADRES EJEMPLARES V

Esta es una de esas madres "sobrenaturales"....

IRENA SENDLER
http://www.fluvium.org/

"No se plantan semillas de comida. Se plantan semillas de bondades. Traten de hacer un círculo de bondades, éstas las rodearán y las harán crecer más y más". Irena Sendler

No conocía nada de la vida de Irena Sendler hasta que hace no mucho tiempo un amigo me envió un PowerPoint sobre esta maravillosa mujer.

La vida de Irena Sendler, la madre de los niños del Holocausto, es sin duda un ejemplo de humildad y de coraje digno de admiración y respeto.

Esta mujer valiente –que no se reconocía una heroína porque, según decía, "podría haber hecho más, y este lamento me seguirá hasta el día en que yo muera"–, arriesgó su vida durante la ocupación nazi para salvar la vida a más de dos mil quinientos niños judíos. Gracias a su estatus de enfermera se las ingenió para rescatar a los niños del gueto judío de Varsovia en cubos de basura, en ataúdes, con supuestas enfermedades contagiosas como el tifus,… y los repartía por familias y conventos católicos de Europa. Para llevar el control y al acabar la guerra, poder devolverles a sus autenticas familias, Irena escondía los nombres de los niños y la identidad de sus nuevos padres en botes de conserva, que luego enterraba bajo un manzano frente a los barracones de los alemanes cercanos a su casa.

Torturada por la GESTAPO, ella nunca reveló el paradero de los niños. Cuentan que lo único que le mantenía con vida en esa situación fue una estampita ajada de Jesús Misericordioso con la leyenda: "Jesús, en vos confío"; la conservó consigo hasta el año 1979, momento en que se la obsequió a Juan Pablo II. Y seguramente el rostro del Señor lo veía en las caritas de esos niños hambrientos y asustados.

Ella siempre prefirió mantenerse en el anonimato, porque como decía: "Yo no hice nada especial, sólo hice lo que debía, nada más".

Pero años más tarde, gracias al trabajo de investigación de unos jóvenes estudiantes norteamericanos, su historia apareció en los periódicos. Al ver su foto muchos de esos niños reconocieron a Jolanta y no tardaron en ponerse en contacto con ella para decirle: "Recuerdo tu cara… soy uno de esos niños, te debo mi vida, mi futuro y quisiera verte…".

Hoy, sin duda, Jolanta habrá sido recibida con miles de besos a las puertas del cielo. Cientos de padres y madres le habrán abierto las puertas de par en par por haber salvado la vida de sus hijos arriesgando la suya propia.

Y seguramente todos ellos junto a Jolanta , hoy, también toman prestadas las palabras de Juan Pablo II en su saludo a los participantes del 60° aniversario de la insurrección de Varsovia : "Pido a Dios que, con su gracia, haga cada vez más noble el corazón de todos los polacos, para que el recuerdo de las gestas heroicas de nuestros antepasados no sea sólo una evocación de la historia remota, sino también un ejemplo estimulante de amor a la patria que, incluso en tiempos de paz, se exprese poniendo el bien común por encima de los intereses personales".

domingo, 11 de mayo de 2008

HOMENAJE A MADRES EJEMPLARES IV

Beata Isabella Canori Mora

http://www.aciprensa.com/

Por un minuto piensa en las personas que viven en tu vecindario. ¿Podrías llamar a alguno santo? Hubo un barrio en Italia donde efectivamente una santa vivía en la casa contigua. La beata Isabella Canori Mora quien llevó su vida de madre y esposa a la plena conformación con Cristo en la cotidianeidad y en la adversidad de tener un esposo que la maltrataba.

Nació en Roma el 21 de noviembre de 1774. Hija de Tommaso y Teresa Primoli, en el seno de una familia de posición acomodada, profundamente cristiana y diligente en la educación de sus hijos.
Estudió con las Hermanas Agustinas de Cascia (1785-88), donde destacó por su inteligencia, una profunda vida interior y su espíritu de penitencia. De regreso a Roma, tuvo una vida tranquila hasta que en 1796 -cuando tenía 21 años- se casó con el joven abogado romano Cristóforo Mora.

Para ella, el matrimonio fue una decisión reflexionada, madura, pero después de algunos meses, la fragilidad psicológica de Cristóforo comprometió la serenidad de la familia. Convirtió a una mujer de mal vivir en su amante y a medida que pasaba el tiempo, humilló y abusó de su esposa en distintas formas, no ejerció más la abogacía, y gastó tanto dinero en sus aventuras que terminó llevando a su esposa e hijas a la extrema pobreza y una creciente deuda.

A la violencia física y psicológica de su esposo, Isabella respondió siempre con absoluta fidelidad. Nunca puso excusas, conveniencias o intereses para justificar un abandono de su hogar, para ella sólo primaba el código de fidelidad de amor y rendición total.

Isabella trató a su marido con paciencia gentil, ofreciendo penitencias y oraciones por su conversión. Nunca pensó en separarse de él, a pesar de los consejos de familiares y amigos. En vez de esto, siempre amó, apoyó y perdonó a su esposo esperando su conversión.

En 1801 sufrió una misteriosa enfermedad que la puso al borde de la muerte. Se curó de forma inexplicable y tuvo su primera experiencia mística. Esta es una vidente italiana de las tribulaciones de los últimos tiempos de la Iglesia, que fue favorecida con los dones de la visión y de la profecía. El Señor le hizo alcanzar la madurez para recibir las visiones y las ilustraciones sobre el destino de la Iglesia. Recibió en forma clara los estigmas de la pasión de Cristo, y en sus visiones vio las tremendas batallas que tendrá que sostener la Iglesia en los últimos tiempos bajo el poder de las tinieblas.

Tuvo cuatro hijos, pero los dos primeros murieron a los días de nacer. Con el abandono de su esposo, fue forzada a vivir trabajando con sus propias manos para seguir al cuidado de sus hijas Marianna y Luciana. Dedicó mucho tiempo a la oración, los pobres y los enfermos.

Su hogar pronto se convirtió en un punto de referencia para mucha gente en busca de ayuda material y espiritual. Se dedicó especialmente a cuidar de las familias en necesidad. Para ella, la familia implicaba dar un espacio a cada persona, un lugar que dé frutos de vida, fe, solidaridad y responsabilidad.

La familia, para ella, era el templo en el que recibía al "al amado Señor, Jesús de Nazaret" y a todos los que se dirigían a ella. A través de la auto negación, Isabella ofrecía su vida por la paz y la santidad de la Iglesia, la conversión de su esposo y la salvación de los pecadores.

En 1807 Isabella se unió a la Orden terciaria Trinitaria. Respondió con dedicación a la vocación al matrimonio y la consagración secular. Sus admirables virtudes humanas y cristianas así como la fama de su santidad se difundieron a través de Roma, Albano y Marino, donde ganó fama de santidad.

En 5 de febrero de 1825, mientras era asistida por sus dos hijas, Isabella falleció. Fue enterrada en Roma en la iglesia trinitaria de San Carlino alle Quattro Fontane. Poco después de su muerte, como ella misma predijo, su esposo se convirtió uniéndose a la Orden Terciaria Trinitaria y después se ordenó sacerdote de los franciscanos conventuales. Murió el 9 de setiembre de 1845 y fue enterrado en la iglesia de los franciscanos conventuales de Sezze.

Fue beatificada junto al joven mártir Zaire Isidore Bakanja, y a otra madre italiana santa, Gianna Beretta Molla, por el Papa Juan Pablo II el 24 de abril de 1994, en el Año Mundial de la Familia. Su fiesta se celebra cada 4 de febrero.

viernes, 9 de mayo de 2008

HOMENAJE A MADRES EJEMPLARES III

Aquí va una con un marido amoroso y ejemplar.....

Beata Gianna Beretta Molla

Gianna fue la séptima de trece hijos, de una familia de clase media de Lombardía (al norte de Italia), estudió medicina y se especializó en pediatría, profesión que compaginó con su tarea de madre de familia. Quienes la conocían dicen que fue una mujer activa y llena de energía, que conducía su propio vehículo algo poco común en esos días, esquiaba, tocaba el piano y disfrutaba yendo con sus esposo a los conciertos en el conservatorio de Milán.

El marido de Gianna, el ingeniero Pietro Molla, recordó hace algunos años a su esposa como una persona completamente normal, pero con una indiscutible confianza en la Providencia.

Según el ingeniero Molla, el último gesto heroico de Gianna fue una consecuencia coherente de una vida gastada día a día en la búsqueda del cumplimiento del Plan de Dios. "Cuando se dio cuenta de la terrible consecuencia de su gestación y el crecimiento de un gran fibroma, recuerda el esposo de Gianna su primera reacción, razonada, fue pedir que se salvara el niño que tenía en su seno".

El ingeniero Molla manifestó que "le habían aconsejado una intervención quirúrgica. Esto le habría salvado la vida con toda seguridad. El aborto terapéutico y la extirpación del fibroma, le habrían permitido más adelante tener otros niños". "Gianna eligió la solución que era más arriesgada para ella".
El anciano viudo de la beata señaló que en aquella época era muy remota la posibilidad de hacer una operación de este tipo en plena gestación y continuar con el embarazo, "y esto mi esposa como médico lo sabía muy bien".

Gianna falleció el 28 de abril de 1962, con 39 años de edad, una semana después de haber dado a luz.

El milagro
La protagonista del milagro, ocurrido el 9 de noviembre de 1977 en un hospital brasileño, fue una joven parturienta quien se curó de septicemia (infección generalizada del organismo). Las religiosas del hospital habían pasado la noche encomendando su curación a la intercesión de Gianna, cuya figura les era conocida porque el promotor del hospital era un hermano de la beata, médico y misionero capuchino en ese país. El Papa aprobó el decreto que reconocía sus virtudes heroicas y la beatificó.

El esposo de Gianna Beretta narra sus experiencias:
"Al buscar entre los recuerdos de Gianna algo para ofrecerle a la priora de las Carmelitas descalzas de Milán, recuerda el esposo de la beata Gianna Beretta, encontré en un libro de oraciones una pequeña imagen en la que, al dorso, Gianna había escrito de su puño y letra estas pocas palabras: "Señor, haz que la luz que se ha encendido en mi alma no se apague jamás".

Con ésta y otra anécdotas, combinadas con emotivas reflexiones, Pietro Molla reveló los perfiles desconocidos de su esposa Gianna Beretta, fallecida en 1962 y beatificada el 24 de abril de 1994 por el Papa Juan Pablo II. En una emotiva entrevista concedida a la periodista Giuliana Peluchi, Pietro dibujó un perfil de Gianna que definió con una sola frase: "Mi esposa era una santa normal".

Peluchi, autora de un libro sobre la vida de Gianna, recibió una repentina llamada de Pietro Molla, con quien se había reunido en numerosas ocasiones para elaborar la biografía de la "madre coraje" que prefirió ofrecer su vida antes de aceptar la operación que le costaría la vida a la niña que llevaba en su vientre. "Van a beatificar a Gianna", le dijo Pietro, emocionado, por teléfono. La periodista, atónita, solo atinó a pedirle una última entrevista, ya no en busca de datos biográficos, sino para escuchar un testimonio de Pietro sobre la vida de su esposa.

El testimonio
"Jamás creí estar viviendo con una santa. Mi esposa tenía infinita confianza en la Providencia y era una mujer llena de alegría de vivir. Era feliz, amaba a su familia, amaba su profesión de médico, también amaba su casa, la música, las montañas, las flores y todas las cosas bellas que Dios nos ha donado", confesó a la entrevistadora Pietro Molla, mientras sus ojos brillaban de intensa emoción. "Siempre me pareció una mujer completamente normal pero, como me dijo Monseñor Carlo Colombo, la santidad no está solo hecha de signos extraordinarios. Está hecha, sobre todo, de la adhesión cotidiana a los designio inescrutables de Dios", agregó.

Pietro Molla todavía recuerda cuando Monseñor Colombo lo llamó para pedirle introducir la causa de beatificación de Gianna. "Mi respuesta positiva fue muy sufrida. Sentimos que teníamos que exponer algo muy nuestro. La historia de mi esposa y su figura de mujer fueron cada vez más conocidas… A nosotros y a la familia de mi esposa nos seguían llegando numerosas cartas de todas partes del mundo. Nos escribían mujeres alemanas y estadounidenses que llamaban a Gianna "mamá"; que declaraban que en ella encontraban a una amiga y que afirmaban que se dirigían a ella cuando tenían necesidad de ayuda y que la sentían muy cercana…"

La oración que Gianna Beretta escribiera en el reverso de aquella imagen pidiendo que la luz de la gracia no se apagase en ella jamás, se hizo, según su esposo, realidad: "ahora veo que esta luz, que ha alegrado durante un tiempo lamentablemente brevísimo mi vida y la de mis hijos, se difunde como una bendición sobre quien la conoció y la amó. Sobre quienes le rezan y se encomiendan a su intercesión ante Dios. Y esto me hace revivir, de manera acongojada, el privilegio que el Señor me concedió de compartir con Gianna una parte de mi vida".

La pequeña Gianna Emanuella, la bebé por la que Gianna Beretta dio la vida La Peluchi no puede evitar preguntar a Pietro Molla sobre sus sentimientos respecto de la beatificación de su difunta esposa: "Mis sentimientos, responde emocionado, tienen múltiples matices, de sorpresa, casi de maravilla, de agradecimiento a Dios y de aceptación jubilosa, ciertamente feliz y singular, de este don de la Divina Providencia, que también considero un reconocimiento a todas las innumerables madres desconocidas, heroicas como Gianna, en su amor materno y en su vida".
Los Molla-Beretta sin embargo, esperan que la beatificación, que ha convertido a Gianna en un estandarte vivo de la santidad en la vida familiar moderna y de la defensa de la vida del no nacido, no cambie su vida cristiana cotidiana.

"Espero, dice Pietro, que Gianna pueda descansar en el cementerio de su localidad natal junto a su hija Mariolina y junto a las demás mamás que la llamaban con ternura "nuestra doctora", Junto a las muchas mujeres que Gianna curó y a las cuales dio, con amor, su tiempo y profesionalidad".

Los Molla-Beretta seguirán viviendo el ejemplo de santidad sencilla en la vida cotidiana que les dejó Gianna. "Para mí y para mis hijos, Gianna seguirá siendo algo muy íntimo. Una espléndida esposa, una tiernísima madre. Si alguien tiene que hablar, que hable la Iglesia…".

jueves, 8 de mayo de 2008

HOMENAJE A MADRES EJEMPLARES II



SANTA RITA DE CASIA


Por siglos Santa Rita de Casia (1381-1457) ha sido una de las Santas más populares en la Iglesia Católica. Ella es conocida como la "Santa de lo Imposible" por sus impresionantes respuestas a las oraciones, como también por los notables sucesos de su propia vida.

Santa Rita quería ser monja, pero por obedecer a sus padres, se casó. Su esposo le causo muchos sufrimientos, pero ella devolvió su crueldad con oración y bondad. Con el tiempo él se convirtió, llegando a ser considerado y temeroso de Dios. Luego, Santa Rita tuvo que soportar un gran dolor cuando su esposo fue asesinado.

Santa Rita descubrió después que sus dos hijos estaban pensando en vengar el asesinato del padre. Ella temía que pusieran sus deseos en efecto de acuerdo con la maliciosa costumbre de la venganza. Con un amor heróico por sus almas, ella le suplicó a Dios que se los llevara de esta vida antes de permitirlos cometer este gran pecado. No mucho tiempo más tarde ambos murieron después de prepararse para encontrarse con Dios.

Sin su esposo e hijos, Santa Rita se entregó a la oración, penitencia y obras de caridad. Después de un tiempo ella aplicó para ser admitida al Convento Agustiniano en Casia. Ella no fue aceptada, pues era viuda y madre, pero después de orarle a sus tres especiales santos patronos - San Juan Bautista, San Agustín y San Nicolás de Tolentino - milagrosamente entró al convento y fue permitida a quedarse. Esto sucedió alrededor del año 1411.

En el convento, la vida de Santa Rita fue marcada por su gran caridad y severas penitencias. Sus oraciones obtuvieron para otros, curas notables, liberación del demonio y otros favores especiales de Dios.

Para que ella pudiera compartir el dolor de Su Corona de Espinas, Nuestro Señor dio a Santa Rita una herida de espina en su frente. Fue muy dolorosa y expelía un olor desagradable, pero ella lo consideraba una gracia divina. Cuando tenía mucho dolor ella oraba: "Oh amado Jesús, aumenta mi paciencia en la medida que aumentan mis sufrimientos". La herida duró por el resto de su vida.

Santa Rita falleció un 22 de mayo de 1457 a la edad de 76 años. La gente se agolpó al convento a rendirle sus últimos respetos. Innumerables milagros tuvieron lugar a través de su intercesión, y la devoción hacia ella se extendió a lo largo y a lo ancho del planeta.

El cuerpo de Santa Rita fue conservado perfecto por varios siglos, y a veces daba una fragancia dulce. En la ceremonia de beatificación, el cuerpo de la Santa, milagrosamente, se elevó y abrió sus ojos.

Dios ha escuchado las oraciones de Santa Rita por otros en innumerables ocasiones, y ciertamente ella estará feliz de interceder una vez más, a nombre de aquellos que le ruegan a ella ahora - para continuar percibiendo la verdad de su gran nombre.

martes, 6 de mayo de 2008

HOMENAJE A MADRES EJEMPLARES I


SANTA MÓNICA, MADRE DE SAN AGUSTÍN
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SU FAMILIA
Mónica (que significa "dedicada a la oración y a la vida espiritual") nació en Tagaste, África del Norte, a unos 100 kms de la ciudad de Cartago, en el año 332.

Ella deseaba dedicarse a la vida de oración y soledad, pero sus padres dispusieron que se casara con un hombre llamado Patricio. Este era un buen trabajador, pero terriblemente malgeniado, y además mujeriego, jugador y sin religión ni gusto por lo espiritual.

La hizo sufrir mucho, y por más de 30 años ella tuvo que aguantar los tremendos estallidos de ira de su marido, que gritaba ante el menor disgusto, aunque nunca llegó a levantarle la mano.

Tuvieron tres hijos: dos varones y una mujer. Los dos menores fueron su alegría y consuelo, pero el mayor, Agustín, la hizo sufrir por docenas de años.

LA CONVERSIÓN DE SU ESPOSO
En aquella región del norte de África, donde las personas eran sumamente agresivas, las demás esposas le preguntaban a Mónica porqué si su esposo era uno de los hombres de peor genio en toda la ciudad, nunca la había golpeado, y, en cambio los esposos de ellas, las golpeaban sin compasión. Mónica les respondía: "Es que, cuando mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando el grita, yo me callo. Y como para pelear se necesitan dos y yo no acepto la pelea, pues.... no peleamos". Esta fórmula se ha hecho célebre en el mundo y ha servido a millones de mujeres para mantener la paz en la casa.

Patricio no era católico, y aunque criticaba el mucho rezar de su esposa y su generosidad tan grande con los pobres, nunca se oponía a que ella se dedicara a estas buenas obras, y quizá por eso mismo logró su conversión. Mónica rezaba y ofrecía sacrificios por su esposo y al fin alcanzó de Dios la gracia de que en el año de 371 Patricio pidiera el Bautismo, y que lo mismo hiciera su suegra, mujer terriblemente colérica, que por meterse demasiado en el hogar de Mónica y su esposo, le había amargado la vida. Un año después de su bautismo, Patricio murió santamente, dejando a la viuda con el problema de Agustín, su hijo mayor.
Patricio y Mónica se habían dado cuenta de que su hijo mayor era extraordinariamente inteligente, y por eso lo enviaron a la capital del estado, Cartago, a estudiar filosofía, literatura y oratoria. Pero Agustín tuvo la desgracia de que su padre no se interesaba por sus progresos espirituales. Solo les importaba que sacara buenas notas, que brillara en las fiestas sociales y que sobresaliera en los ejercicios físicos, pero acerca de la salvación de su alma, no se interesaba ni le ayudaba en nada. Esto fue fatal para él, pues fue de mal en peor, cayendo en errores y pecados.

Cuando murió su padre, Agustín tenía 17 años, y empezaban a llegarle a Mónica noticias cada vez peores, de que el joven llevaba una vida poco santa. En una enfermedad, ante el temor de la muerte, se hizo instruir acerca de la religión y propuso hacerse católico, pero al ser sanado de la enfermedad, abandonó el propósito de hacerlo. Finalmente, se hizo socio de una secta llamada de los Maniqueos, que afirmaban que el mundo no lo había hecho Dios, sino el diablo. Mónica que era bondadosa pero no cobarde, ni floja, al volver su hijo de vacaciones y empezar a oírle mil barbaridades contra la Verdadera Religión, lo echó sin mas de la casa y le cerró las puertas,porque bajo su techo no quería albergar a enemigos de Dios.

UNA VISIÓN
Pero sucedió que en esos días Mónica tuvo un sueño en el que vio que ella estaba en un bosque llorando por la pérdida espiritual de su hijo y que en ese momento se le acercaba un personaje muy resplandeciente y le decía: "tu hijo volverá contigo" y enseguida vio a Agustín junto a ella. Le narró al muchacho el sueño tenido y el dijo, lleno de orgullo, que eso significaba que ella se iba a volver maniqueista como él. Pero ella le respondió: "En el sueño no me dijeron, mamá irá a donde su hijo, sino tu hijo volverá contigo". Esta hábil respuesta impresionó mucho a su hijo, quien más tarde la consideraba como una inspiración del cielo.

FALTABAN 9 AÑOS PARA LA CONVERSIÓN DE AGUSTÍN
Por muchos siglos ha sido comentada la bella respuesta que un obispo le dio a Mónica cuando ella le contó que llevaba años y años rezando, ofreciendo sacrificios y haciendo rezar a sacerdotes y amigos por la conversión de Agustín. El obispo le respondió: "Esté tranquila, es imposible que pierda a su hijo entre tantas lágrimas". Esta admirable respuesta y lo que había oído en el sueño, la llenaban de consuelo y esperanza, a pesar de que Agustín no daba la menor señal de arrepentimiento.

Cuando tenía 29 años, el joven decidió ir a Roma a dar clases Ya era todo un doctor. Su madre se propuso irse con él para librarlo de todos los peligros morales. Pero Agustín le hizo una jugada tramposa (de la cual se arrepintió mucho más tarde). Al llegar junto al mar, le dijo a su madre que se fuera a rezar a un templo, mientras iba a visitar a un amigo, y lo que hizo fue subirse al barco y salir rumbo a Roma, sin ella. Pero Mónica no era mujer débil, para dejarse derrotar tan facilmente. Tomó otro barco, y se fue tras su hijo.

En Milán, Mónica se encontró con el Santo más famoso de la época, San Ambrosio, arzobispo de esa ciudad. En él encontró un verdadero padre lleno de bondad y de sabiduría que la fue guiando con prudentes consejos. Además, Agustín se quedó impresionado por su enorme sabiduría y la poderosa personalidad de San Ambrosio y empezó a escucharle con profundo cariño, a cambiar sus ideas y a entusiasmarse por la fe católica.

Y sucedió que en el año 387, Agustín, al leer unas frases de San Pablo, sintió una impresión extraordinaria y se propuso cambiar de vida. Envió lejos a la mujer con la cual vivía, dejó sus vicios y malas costumbres. Se hizo instruir en la religión y se bautizó en la fiesta de Pascua de Resurrección, ese mismo año.

Agustín, ya convertido, volvió con su madre y hermano a su tierra en África, y se fueron al puerto de Ostia a esperar barco. Pero Mónica ya había conseguido todo lo que anhelaba en esta vida, que era ver la conversión de su hijo. Ya podía morir tranquila. Y sucedió, que estando allí, junto al mar, viendo el cielo estrellado, comentaba con su hijo las maravillas que les podían esperar. Y exclamó: "¿Y a mí, que más me puede amarrar a esta tierra? Ya he obtenido mi máximo deseo, que era verte convertido. Todo lo que deseaba lo he conseguido de Dios". Poco después, le invadió una fiebre y en pocos días se agravó y murió. Lo único que pidió a sus hijos fue que no dejaran de rezar por el descanso de su Alma.

Santa Mónica murió a los 55 años, en el año 387.

Miles de madres y esposas se han encomendado en todos estos siglos a Santa Mónica para que les ayude a convertir a sus esposos e hijos, y han conseguido conversiones admirables.