Los últimos días del año, siempre me entra una especie de "síndrome de anidar", como el que les da a las embarazadas. Me agarra una urgencia por ordenarlo todo, y hasta me pongo de un desagradable mal humor cada vez que compruebo el desorden que hemos acumulado en cada rincón de la casa (aunque siendo objetivos, tampoco es para tanto... nada lo es).
Lo cierto es que como cada año, me he dado a la tarea de ordenar, ordenar y ordenar. Pero cada vez se pone más complicado, en primer lugar porque tenemos más cosas (¿¿¿de dónde salen???), y en segundo, porque los otros habitantes de la casa (mis hijos) cada vez más quieren tener sus espacios propios y, lógicamente, controlar el "orden" de esos espacios.
En fin, con un poco de persuasión y otro mucho de autoritarismo, logramos hacer un trabajo en equipo y poner orden en mesas de trabajo, gavetas de escritorio, closets, etc, etc. Y nos dimos cuenta de que tenemos muchas más cosas de la que realmente usamos o necesitamos.
En esta titánica odisea, encontramos una cantidad considerable de útiles escolares de otros años que seguían en buen estado: crayones, gomas de borrar, lápices, marcadores, además de varios, me atrevería a decir muchos, cuadernos con más de la mitad de las hojas limpias.
En otros tiempos habría hecho grupos de útiles escolares para regalar en alguna escuelita rural, pero esta vez no. Los niños llevarán varias cosas nuevas para el año escolar que comienza en pocos días, pero lo que hay en casa, que está en buen estado, ¡se utilizará! Toda la vida nos quejamos de que el mundo está como está, de que los recursos no están bien distribuidos, de la contaminación, de lo irresponsable de nuestras autoridades que despilfarran... y la lista de quejas sigue...!!! ¿Pero qué hacemos al respecto? No esperemos a que se presente una gran oportunidad de hacer algo grande, regularmente podemos hacer mucho si hacemos cosas pequeñas cada día.
Nuestros hijos, al menos los míos y varios que conozco, y nosotros mismos, estamos acostumbrándonos a lo fácil, a lo instantáneo. A recibir y recibir y dar casi nada. Vivimos en una sociedad consumista en la que podemos tenerlo todo (aunque lo debamos). Muchos de nosotros venimos de familias en las que las cosas no fueron fáciles, y tal vez por eso nos hemos empeñado en darles a los hijos "todo lo que no tuvimos". Pues ESO que no tuvimos, es lo que nos hace ser como somos. Definitivamente a nuestras nuevas generaciones les hace falta un poco de "menos de todo". Que las cosas cuesten más, que comer un helado sea una fiesta, y que llevar los útiles del año pasado no sea tragedia.
Algunas cosas nuevas llevarán, pero lo que se puede aprovechar, se aprovechará. ¿Por qué? Por mis hijos, que aprenderán el valor de las cosas, por nosotros, que nos ahorraremos algo, por el planeta, que no aguantará mucho más nuestros desperdicios.
Este año pondré mi granito de arena, los invito a hacer lo mismo. Probablemente algún día nos lo agradezcan, y seguro serán mejores personas gracias a que en 6to grado llevaron los útiles escolares usados del año pasado.
1 comentario:
¡Te invito a mi casa!. Es una invitación que estaba latente siempre, pero ahora reconozco que es interesada: Te invito con sibdrome de anidar puesto.
Lo más que pretendo ya es que retiren cosas para que los Reyes puedan entrar en casa.
Muchos besos
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