Perder el miedo a equivocarse, allí es cuando uno es libre.
Cuando el hombre y la mujer comprenden que existe el perdón, se rompe el miedo que nos han metido los enemigos de la libertad, ese miedo a la equivocación, se pierde el miedo a los propios errores y entonces se es libre…
Normalmente cuando se habla del amor se entiende el amor como una emoción, como un “sentimiento”, el amor en el concepto romántico, y son esas expectativas del amor lo que lleva a tantos matrimonios al fracaso porque eso no es el amor.
El amor es la decisión de la voluntad. QUERER, es querer-querer, y si yo no me decido a QUERER, no voy a querer nunca. Querer-querer es la decisión de la voluntad en hacer feliz a la otra persona. Pero hay que decidirlo, no es algo que sale espontáneo, no cae del cielo, no es un sentimiento… es una decisión de la voluntad firme y permanente.
Claro que todo empieza con el sentimiento, quiero porque me atrae. El amor no va contra mi gusto: porque me gusta quiero y tomo la decisión, pero es voluntario, no es un movimiento espontáneo.
El concepto ligero que toman muchos de “el hombre o la mujer de mi vida” es una estupidez, porque cualquiera que tiene mediana experiencia de la vida sabe que se puede enamorar de muchas personas a lo largo de su vida, no hay “alguien” concreto esperándonos…. Uno se puede enamorar de muchas personas en la vida, de cuantas uno quiera, en realidad, y con cada uno que uno se enamora se podría decir en un momento determinado: “Este es el hombre de mi vida”… pero la realidad es que este sentimiento durará un mes… luego uno se comienza a dar cuenta de la realidad. Enamorarse es fácil, en realidad, lo más fácil del cuento.
Uno SI puede decir con certeza que este fue el hombre o la mujer de mi vida, al final de la vida, cuando con este hombre o esta mujer se ha vivido un proyecto en común, cuando ha habido realmente el amor sacrificado que precede al enamoramiento. Y allí si, cuando uno de los dos se va, el que se queda realmente puede decir este ha sido el hombre de mi vida, y seguro yo he sido la mujer de la suya.
El enamoramiento es ese estado maravilloso de “estupidez” pasajera, pero es un sentimiento egoísta, una etapa muy bonita, con muchas emociones, pero debe ser pasajera. El enamoramiento nos debe llevar luego a abrirnos al otro, y no quedarnos en lo que “a mi me hace sentir”. Si nuestra idea del amor está basada en lo que “yo siento”, la relación está destinada al fracaso, si uno tiene la expectativa de vivir de “enamoramiento” toda la vida, tendrá siempre sensación de fracaso, porque no se ha AMADO, simplemente se ha enamorado.
Hay que actualizar esa decisión de hacer feliz a la otra persona, para poder de esa manera, quitarse el peso de tener que preocuparse de la propia felicidad, y esa es la parte más maravillosa del matrimonio: el poder descargar la tarea de hacerte feliz a ti mismo.
Todos tenemos la experiencia de que es más fácil hacer feliz a otro, que hacerse feliz a uno mismo. Si uno puede en un momento de la vida dejar de preocuparse por hacerse feliz a uno mismo, haciendo feliz al otro confiando en que la otra persona, en la que se confía plenamente, se ocupara de hacernos felices…. Entonces SI seremos felices.
Ese es el músculo del matrimonio: que el objetivo de mi vida sea hacer feliz al otro.
Cuando el hombre y la mujer comprenden que existe el perdón, se rompe el miedo que nos han metido los enemigos de la libertad, ese miedo a la equivocación, se pierde el miedo a los propios errores y entonces se es libre…
Normalmente cuando se habla del amor se entiende el amor como una emoción, como un “sentimiento”, el amor en el concepto romántico, y son esas expectativas del amor lo que lleva a tantos matrimonios al fracaso porque eso no es el amor.
El amor es la decisión de la voluntad. QUERER, es querer-querer, y si yo no me decido a QUERER, no voy a querer nunca. Querer-querer es la decisión de la voluntad en hacer feliz a la otra persona. Pero hay que decidirlo, no es algo que sale espontáneo, no cae del cielo, no es un sentimiento… es una decisión de la voluntad firme y permanente.
Claro que todo empieza con el sentimiento, quiero porque me atrae. El amor no va contra mi gusto: porque me gusta quiero y tomo la decisión, pero es voluntario, no es un movimiento espontáneo.
El concepto ligero que toman muchos de “el hombre o la mujer de mi vida” es una estupidez, porque cualquiera que tiene mediana experiencia de la vida sabe que se puede enamorar de muchas personas a lo largo de su vida, no hay “alguien” concreto esperándonos…. Uno se puede enamorar de muchas personas en la vida, de cuantas uno quiera, en realidad, y con cada uno que uno se enamora se podría decir en un momento determinado: “Este es el hombre de mi vida”… pero la realidad es que este sentimiento durará un mes… luego uno se comienza a dar cuenta de la realidad. Enamorarse es fácil, en realidad, lo más fácil del cuento.
Uno SI puede decir con certeza que este fue el hombre o la mujer de mi vida, al final de la vida, cuando con este hombre o esta mujer se ha vivido un proyecto en común, cuando ha habido realmente el amor sacrificado que precede al enamoramiento. Y allí si, cuando uno de los dos se va, el que se queda realmente puede decir este ha sido el hombre de mi vida, y seguro yo he sido la mujer de la suya.
El enamoramiento es ese estado maravilloso de “estupidez” pasajera, pero es un sentimiento egoísta, una etapa muy bonita, con muchas emociones, pero debe ser pasajera. El enamoramiento nos debe llevar luego a abrirnos al otro, y no quedarnos en lo que “a mi me hace sentir”. Si nuestra idea del amor está basada en lo que “yo siento”, la relación está destinada al fracaso, si uno tiene la expectativa de vivir de “enamoramiento” toda la vida, tendrá siempre sensación de fracaso, porque no se ha AMADO, simplemente se ha enamorado.
Hay que actualizar esa decisión de hacer feliz a la otra persona, para poder de esa manera, quitarse el peso de tener que preocuparse de la propia felicidad, y esa es la parte más maravillosa del matrimonio: el poder descargar la tarea de hacerte feliz a ti mismo.
Todos tenemos la experiencia de que es más fácil hacer feliz a otro, que hacerse feliz a uno mismo. Si uno puede en un momento de la vida dejar de preocuparse por hacerse feliz a uno mismo, haciendo feliz al otro confiando en que la otra persona, en la que se confía plenamente, se ocupara de hacernos felices…. Entonces SI seremos felices.
Ese es el músculo del matrimonio: que el objetivo de mi vida sea hacer feliz al otro.
2 comentarios:
que gusto leerlo...
Amar no es solo un sentimiento, es una decisión.
Gracias y bendiciones
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