lunes, 9 de junio de 2008

¿POR QUE NUESTROS HIJOS SON CAPRICHOSOS?

Ayer mientras ponía unas lineas extraídas de un excelente artículo de http://www.mujernueva.org/, pensaba en el por qué de que nuestros hijos sean caprichosos.....

Somos padres educados, que sabemos lo que queremos, que nos estamos formando para realizar con éxito la tarea de padres, ¿Entonces qué es lo que falla? ¿Por qué un niño de 11 años no está en el colmo de la felicidad cuando se le ofrece un helado? ¿Por qué si un abuelo le hace un regalo, y el niño hace cara de que eso no le gusta, nos tenemos que poner a dar excusas sobre su mala reacción?

La respuesta exacta, no la tengo, no estoy segura. Creo que en gran parte, nos estamos esforzando por ser familias de revista, que tienen el pelo, los zapatos y el dormitorio perfecto: para foto. Pero no nos estamos esforzando en que nuestros hijos vivan cara a Dios.

La sociedad en que vivimos nos ha llevado a que Dios sea un tema que da vergüenza, podríamos parecer gente anticuada o ridícula si lo sacamos a colación en una plática cualquiera, y no digamos si osamos proponerlo como tema principal de una conversación, incluso con los niños. Regularmente, Dios es como el tema de un cuento de hadas, sería genial si existiera, pero actuamos asumiendo que no existe.

Dios se ha convertido en un simple amuleto: "si Dios quiere", "Dios me guarde", "ni lo quiera Dios", rezamos la novena más eficaz (según fulano) si necesitamos el milagrito, pero si ya sucedió, no agradecemos. Hacemos el berrinche del siglo si las cosas no salen como queremos, nuestra relación con Nuestro Padre Dios es de berrinches.

Leía ayer en el artículo que resumí, que los hijos hacen lo que ven en sus padres. ¿Cómo podemos pretender que sean agradecidos en lo material, si nosotros solo nos quejamos de lo que no tenemos? ¿Cómo podemos pretender que sepan ser felices también cuando no se obtiene exactamente lo que se quería, si nosotros no lo somos?

Dios no es solo para viejecitas y monjas. Es nuestro Padre y está allí para todos. Si vivimos cara a Dios, y le enseñamos a nuestros hijos a hacerlo, con el ejemplo, el resultado será distinto: ¿cómo hacer un escándalo, cuando el juguete lo compró el abuelo con tanta ilusión? ¿cómo pelear por lo que no tengo, cuando hay tantos y tantos que no tienen ni lo básico? ¿cómo herir los sentimientos de un amiguito, cuando él también es hijo de Dios? ¿cómo perder de vista que lo material se queda, y nuestra alma se irá?

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