No es secreto que le tengo muchísima admiración a don Enrique Monasterio, y no es la primera vez que copio textual uno de sus posts.... (seguramente tampoco será la última).
Con este artículo tan bonito, aunque sea "robado", quiero hacer un homenaje a ese sentimiento tan grande... LA AMISTAD.
Hay un amor paterno (o materno), que es natural, inevitable, apasionado y más ciego que ningún otro. Hay un amor filial, más despegado que el de los padres, pero igualmente tierno y generoso.
Hay un amor entre los novios al que llamamos enamoramiento, y que, más que amor, es un deseo, una promesa de amar plenamente en el futuro. Y hay un amor conyugal, que compromete para siempre el alma y el cuerpo.Todos los amores tienen mucho común. Pero también se diferencian entre sí.
Hablemos del amor de los amigos.
La amistad procede de una elección. Hemos de querer a todos los hombres; pero sólo serán amigos los que elijamos.La amistad siempre es recíproca. Si no es correspondida, no existe.Es un cariño que no necesita palabras ni declaraciones. Nace y crece discreta y lentamente, sin flechazos ni compromisos apasionados. Esos amores pegajosos de los niños son simples formas de inmadurez.
La amistad no es exclusivista ni celosa: cuanto más se comparte, más se ahonda en ella.Según un viejo proverbio latino, amicitia pares aut accipit aut facit: nace entre iguales o iguala.
Esto significa que quien tiene un amigo “importante” se siente a su vez importante.(Hace años visité en Roma la Parroquia de San Josemaría (por entonces, del Beato Josemaría). Estaba allí el monaguillo que ayudó al Papa en la ceremonia de la dedicación de la iglesia. Me contó que había estado a solas con el santo Padre. "¿Y de hablasteis?", Le pregunté. Me miró altivo, como perdonándome la vida. "De nuestras cosas", contestó).
¿Y si el amigo es de menor categoría, más joven, menos inteligente o de condición más humilde? No importa: la amistad con los pequeños no empequeñece a los grandes; los ennoblece.
La amistad, como todos los amores, es entregar una parte de la propia intimidad. Hay una intimidad física que comparten del todo los esposos y, hasta cierto punto, los miembros de una misma familia. Los amigos participan de la intimidad espiritual: de las penas, alegrías, esperanzas, miedos, complejos… Y de dos intimidades, nace una sola.
Amigo es, pues, aquel a quien abrimos el corazón. Nuestros secretos son sus secretos. Y los suyos son nuestros.La amistad se asocia a una virtud —la lealtad—, que consiste precisamente en no traicionar nunca esa intimidad común.
La amistad no se instrumentaliza, "no sirve para nada". Por el contrario, todo debe estar al servicio de la amistad.
Al amigo se le corrige en secreto y se le alaba en público. No lo digo yo, sino Catón. Y otro refrán latino apostilla: amici vitia si feras, facias tua. Si no corriges los vicios de tus amigos, los haces tuyos.
Y hablando de refranes, he aquí otro proverbio italiano: ama l’amico tuo col vizio suo: ama a tus amigos con sus defectos.En consecuencia, no hay mejor espejo que el ojo de tu amigo. (Sí, lo reconozco, también es un proverbio, me temo que de Kloster o así).
La amistad, por tanto, es generosa, no pegajosa; sobria, no dulzona; fiel incluso con quien no lo es; tan necesaria para la vida que, sin ella, apenas somos personas.
—Oiga, ¿no se estará pasando?—Me he quedado corto, Elena. Porque, hablando de amistad, no he dejado de pensar en quien siempre quiso ser nuestro amigo, y aún espera que le digamos que sí. Me refiero a Jesús, que dijo a los suyos en la última cena: "os llamo amigos, porque os he dado a conocer todo lo que me ha dicho mi Padre.
"Esa amistad del Señor nace, en efecto, de una elección (nos eligió, cuenta San Pablo, antes de la creación del mundo) y fue el medio que Dios eligió para transmitirnos sus Misterios más profundos e íntimos. La Santísima Trinidad fue un secreto contado por Jesús en voz baja, como en confidencia, a sus amigos más queridos.
Nunca ha habido amigo más generoso: nos dio la vida. Ni más leal: a Judas le llamó amigo en el Huerto de Los Olivos, justo en el momento del beso traidor.Y nos ha llamado a la amistad, para que también nosotros —en confidencia— hablemos de ese Amigo del alma a los amigos.
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